18 de mayo de 2015

ILUSIONES PERDIDAS


Llevo mucho tiempo leyendo artículos y diferentes escritos acerca de las renuncias de las madres.

Es un tema que realmente da para largo y creo que es necesario mostrar al mundo, pues es cierto que ser madre es un trabajo a tiempo completo, duro y complicado y que en muchos círculos sociales está (y parece que seguirá estando) tremendamente infravalorado.

Pero hoy no quiero hablar de ello, pues como he dicho, es un tema ampliamente tratado por diferentes autores y sobre el que podemos encontrar muchísima información. Por supuesto, estaremos o no de acuerdo con lo que leamos. La diversidad es parte del ser humano y por eso existen diferentes opiniones, ahí, al menos ahora, no me meto.

En realidad hoy de lo que quiero hablar es de la renuncia de las mujeres y,¡ojo!, también de los hombres, a la maternidad/paternidad.

Toda la reflexión que ahora quiero hacer surge porque hace unas dos semanas salimos a cenar con varias parejas, amigos de los que llevan muchos años conmigo y con  mi pareja, pero amistades que la vida nos ha llevado demasiado lejos como para compartir el día a día. Por eso las cenas con ellos, a parte de momentos fantásticos para llenar el estómago, se convierten en jornadas repletas de apasionantes conversaciones sobre nuestros sentimientos y anhelos más profundos.

Ninguno de los que allí estábamos esa noche volveremos a cumplir los veinte, ni siquiera los treinta (supongo que me entendéis). Todos tuvimos la suerte de poder formarnos académicamente, de estudiar carreras que nos apasionan, de dedicar tiempo a crecer y tuvimos la posibilidad de elegir el  momento que nos pareció adecuado para vivir cada fase de nuestras vidas. En ese sentido somos todos gente privilegiada y lo sabemos.

Hace unos años, cuando aún no podíamos ni imaginar un futuro demasiado lejano, nos aseguraron que estudiar era el mejor camino, que podríamos vivir tranquilos tras dedicar unos cuantos años más a la enseñanza. Unos cuantos...Y así lo hicimos, porque parecía una opción lógica, porque creíamos que así podríamos tener más oportunidades, porque esperar era sólo un trámite, una lanzadera a una vida más cómoda y llena de sentido.

Pero pasados unos cuantos años desde entonces, la búsqueda de trabajo, la lucha por no caer en esta crisis que a tantos hogares azota, nos ha llevado a separarnos de nuestras familias y amigos, nos ha llevado a vivir lejos, a algunos a cientos de kilómetros, a otros a miles. Nos hemos movido por el país, por el mundo, buscando subsistir, luchando por crearnos un futuro que de bruces y casi sin darnos cuenta, se ha convertido en un  presente más que evidente. El mañana que hace apenas unos años parecía tan lejos se ha convertido ahora en el hoy y las decisiones que habíamos estado aplazando se nos presentan como urgentes.

Convertirse en padres ha sido una de las mayores esperas. Una ilusión que estaba aparcada buscando el mejor momento para llegar

Conseguidos muchos retos laborales, una estabilidad laboral y emocional, parece que podría ser el momento. Una buena edad, recursos, ganas...

Una buena amiga me comenta que lleva tiempo pensándolo pero que observe su situación. Ellos viven solos, tan lejos de sus familias que el apoyo que creen necesario para tener un hijo, sólo existe en centros educativos. Lleva muchos años luchando por abrirse camino en su profesión y ahora teme no poder afrontar ambos cometidos. Tiene miedo, miedo a perder lo que tiene y a no poder hacer bien el trabajo de madre. Su pareja la mira conmovido mientras me cuenta que es cierto, están solos y no saben si podrán. Por fin han decidido renunciar. Olvidar un sueño que llevaban esperando tantos años. Su situación no es la adecuada.

Al otro extremo de la mesa se encuentra otra buena amiga, ellos se sumergieron hace un tiempo en la búsqueda de su ansiado bebé. El destino aún no les ha dado tregua. Por fin van a acudir a profesionales pero la balanza comienza a inclinarse hacia el no. Me dicen que pronto dejarán de intentarlo. Otra ilusión perdida en el camino.

La siguiente pareja montó un negocio hace unos años, ambos trabajan mucho, muchísimo. Han conseguido que su empresa sea un éxito pero en esa frenética vida de jornadas laborales infinitas ya no cabe la idea de ser padres. De nuevo la balanza cae hacia el no. 

Sorprendentemente a todos ellos les encantan los niños, todos son personas conscientes, dedicadas y que durante mucho tiempo soñaron que serían padres. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se truncan las ilusiones? ¿Por qué deciden renunciar a un sueño forjado durante tanto tiempo?

Creo que hoy en día estamos muy solos. Las comunidades no existen, cada pareja abarca lo suyo y se sienten faltos de apoyo. Han esperado tanto tiempo, ansiando la situación perfecta que se han dado de bruces con una realidad mucho más cruel, el momento perfecto no llega, no existe. Su andadura hacia un futuro mejor les ata de pies y manos y con la edad, cumpliendo años, el deseo se trunca.

Miran a su alrededor, ven a sus hermanas, cuñadas, vecinas, tan cansadas, exhaustas, que piensan que ellas, ellos, no van a poder con todo, que no serán capaces. Se sienten oprimidos y asustados. Forzados a tomar una decisión. A renunciar. A decir NO.

Sus ilusiones se han perdido.

29 de octubre de 2014

¡ME CRITICAN! CINCO IDEAS PARA SALIR ILESA Y RENOVADA

Concibo que todo aquello que envuelve y forma parte de la crianza merece ser tratado como el tema delicado y complejo del que se trata, lo que no quiere decir que no podamos echarle humor y usarlo como herramienta.

Si has decidido criar con respeto, fomentando un apego seguro, respetando los ritmos individuales, escuchando activamente. Si coges a tu hijo en brazos, lo acunas, lo amamantas, lo contienes. Si tu relación con tu hijo se basa en corregirlo en lugar de reprenderlo. Si lo porteas, si tú creces individualmente en el proceso. Si...
Si haces todo esto y muchísimo más, gracias, porque en definitiva, estás acompañando a tu hijo en el camino que le llevará a crecer sano física y psicológicamente.

Entonces, seguro que conoces muy bien de qué quiero hablar hoy, pues me apetece reflexionar, y que reflexionemos, acerca de las críticas que van dirigidas a una manera particular de enfocar la crianza. Llámese como quiera, sea crianza natural, crianza con apego, crianza consciente..., quienes lo lleváis a cabo sabéis muy bien de qué se trata y aprovecho, y me doy el gusto, de no etiquetarla con un solo nombre, que nunca me hizo mucha gracia.

Las críticas, hasta siendo constructivas y bienintencionadas, pueden resultar incómodas, hirientes y desestabilizantes (la comunicación es así, no depende de un solo factor). Por supuesto, si la crítica es un ataque directo, es, además, desesperante.

En el maravilloso proceso de encontrar, conocer y vivir una maternidad/paternidad consciente, diferentes "realidades" a la tuya siguen su ritmo y existe la posibilidad de que te encuentres ante situaciones en las que te conviertas en objeto de crítica. Puede que estos juicios perturben tu estado de calma y serenidad, estado que vale la pena mantener, ya que es muy beneficioso para el correcto y armónico desarrollo de la crianza y del vínculo familiar. Además de ser fantástico para sostener tu estabilidad emocional y vivir consciente, libre y feliz.

Para seguir disfrutando de tu forma de criar, tienes que estar preparado/a. Porque en la crianza, como me parece que ocurre en el fútbol, se puede criticar todo. Tu madre, tus tías, tu suegro, la vecina, la tendera, el del quiosco, la prima Amparito...todos tienen o han tenido hijos y por lo tanto, experiencia. "La experiencia es un grado", dicen por ahí, por lo que los títulos deben estar tremendamente repartidos, lo que deriva en que todos, ¡cómo no!, pueden tener opinión u opiniones, en el peor de los casos, sobre cómo debes criar a tus pequeños.

Las opiniones son gratis y a menudo tajantes.

Se nos olvida con frecuencia que el día a día de cada uno es particular y sus circunstancias, pensamientos y sensaciones, son únicas. La toma de decisiones cuando se está criando es rápida, a veces inmediata y requiere de mucha creatividad, conocimiento y conciencia. Por supuesto, de muchísimo amor y paciencia bien entrenada. Es difícil extrapolar con tal idiosincrasia, pero parece inevitable, sobre todo si cualquiera puede poseer un argumento de tal calibre como es el "a mí me funcionó" que podemos oír por doquier.

"Si yo criara al tuyo y tú al mío, todo sería más fácil" suele decir mi madre "pero como no es posible, se hace lo que se puede" le gusta concluir. 

Y es así, desde fuera siempre parece más fácil.

Las criticas aparecen cuando menos lo esperas y si no dispones de recursos para salir gloriosa/o, pueden desembocar en situaciones difíciles.

Seguro que fácilmente recuerdas alguna conversación en la que se habló de algún concepto relacionado con la forma de criar, seguro que has observado o vivido que a menudo viene de la mano de debates acalorados, de la defensa con garras y cuchillos de creencias y opiniones, de verdades absolutas, inflexibles, de cabezonerías y discusiones, y de ansiedad excesiva.  

Los momentos incómodos, no nos hacen bien, no nos aportan beneficios, más bien nos provocan malestar, nos llevan a pensamientos negativos, y nos hacen sufrir. Si no los puedes evitar, tendrás que buscar la manera de transformarlos e integrarlos sin que te hagan daño.

La idea es que puedes anticiparte y protegerte de forma divertida y creativa de cualquier comentario que podría perturbar el disfrute de criar a tu hijo. Sé consciente de la situación, analiza las emociones que te provoca, busca soluciones adaptadas y prueba.  

Porque acompañar, aconsejar, compartir y apoyar son verbos que podemos asociar sólo a algunas personas que nos envuelven, para salvar los ataques de críticas afiladas, os traigo cinco ideas que además de ayudaros, espero os hagan sonreír.


CINCO IDEAS PARA HACER FRENTE A LAS CRÍTICAS SOBRE CRIANZA

1- SONRÍE. Prepárate para afrontar lo que sea con una sonrisa. Imita a los niños, ellos sonríen mucho y son muy sabios. Si te animas, además de suavizar cualquier ambiente, ¡segregarás endorfinas!

2- MANTENTE INFORMADA/O. No hace falta que pases el día entero leyendo o navegando por internet, sobre-informarse tampoco es productivo, pero no dudes en consultar lo que necesites a fuentes fiables que compartan tu forma de criar. La información te proporcionará seguridad y serás capaz de gestionar mejor las críticas sin que afecten a tu autoestima.

3- NO NECESITAS DEMOSTRAR NADA. No lo conviertas en una lucha. Ni te deshagas dando explicaciones a alguien que no te quiera escuchar. Sé selectiva con quién, cuando y cómo quieres compartir tu forma de vivir.

4- DESATA TU SENTIDO DEL HUMOR. Saca la parte graciosa de la historia. Siempre la tiene. Un chiste es, sin duda, mejor que un grito o una discusión. Recuerdo cuando viví una situación bastante incómoda donde el hipo de un bebé se convirtió en una terrible enfermedad sólo curable con un trocito de lana previamente ensalivado. La imagen resultó tan cómica que no pudo más que derivar en carcajadas y en varios momentos jocosos más tarde. 

5- PON A PRUEBA TU CREATIVIDAD. Crea Frases Mágicas que te funcionen como respuesta rápida a un ataque. Busca palabras suaves, amables, y tranquilas, pero efectivas y contundentes que te saquen rápidamente de una circunstancia tensa. Piensa que es un partido de tenis, y tus ocurrencias son las pelotas, ¡tienes que ser rápida! Al fin podrás convertirlo en un juego de rapidez e ingenio. Recuerda que quieres evitar el malestar, por lo que tienen que ser ocurrencias positivas, no buscas herir,más bien vivir conforme quieras. 

    No puedes evitar que te critiquen, así que, 
¿por qué no reírte de ello?

Muchas gracias por haber leído este post. Os deseo muchas suerte y montones de sonrisas. 



21 de septiembre de 2014

Estamos en obras

Disculpad las molestias, llevo demasiado tiempo sin escribir y no será por falta de ganas. Pero ya sabéis que a veces se cruza lo urgente y no queda otra que ponerse a ello. 
Espero poder publicar en breve, que tengo muchas ideas e ilusión.
¡Gracias por la espera!


12 de agosto de 2014

UN ESPEJO DE DOS CARAS


Llevo días viendo el anuncio de una conocida marca de muebles y complementos para el hogar, que no voy a nombrar, pero que todos conocemos de más cerca o de más lejos. En general, suelen gustarme sus anuncios publicitarios. Presentan reclamos frescos, ingeniosos y en ellos tratan de transmitir valores, sobre todo, aquellos relacionados con la familia. En esta ocasión, y siguiendo con esta tendencia, hablan del ejemplo que los padres y madres dan a sus hijos, de la preocupación que puede generar la posibilidad de no estar dando un buen ejemplo, de no ser un buen modelo a imitar. El spot concluye destacando que al fin y al cabo lo que más importa es que a los hijos se les demuestre amor y convivir felizmente con ellos. Es cierto, el amor es la base, pero no dejo de plantearme que podemos ir más allá y que somos agentes activos en lo que los niños aprenden.

Cada vez que lo emiten en televisión, imágenes de adultos con niños me vienen a la cabeza y elucubro con temas conectados con la educación. La educación es un tema que dará lugar a muchos futuros post, pues creo que el sistema educativo, como está encauzado hoy día, está obsoleto y falto de novedosas reformas y alternativas. Creo que se trata de una temática compleja e importantísima, por lo que para evitar largas disertaciones, posiblemente aburridas y espesas, he creído mejor ir abordando temas pasito a pasito.

Antes de escribir esto, y sabiendo que seguiré escribiendo sobre el tema, he ido a consultar qué se entiende exactamente por educar y he encontrado lo siguiente:
educar.
(Del lat. educāre).
1. tr. Dirigir, encaminar, doctrinar.
2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.. Educar la inteligencia, la voluntad.
3. tr. Desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio, haciéndolas más aptas para su fin.
4. tr. Perfeccionar, afinar los sentidos. Educar el gusto.
5. tr. Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.

Tras leer las definiciones que la RAE otorga al infinitivo educar, y viendo las descripciones del término  he decidido que hoy me apetece reflexionar acerca del trabajo interno que cada adulto debería plantearse cuando trabaja, vive, convive o tiene cualquier tipo de relación con niños.

Siempre he creído y ahora más si cabe, que de todo el mundo se puede aprender algo, ya sea para bien o para mal. No veo la razón de eliminar a los niños de esa ecuación, pues de ellos se aprende cada día y son únicos ayudando a recordar lo que ya teníamos olvidado o de hacernos dar cuenta de lo que no nos habíamos percatado.

En el sistema educativo actual, las relaciones que se establecen suelen plantearse de un modo unidireccional donde un adulto transmite conocimientos a un niño, lo dirige y lo modela. En esta relación se supone al niño como un ser necesitado de ser troquelado y al adulto como una persona que ya atesora el saber, el entendimiento, la consciencia y la razón necesarias como para llevar a cabo con éxito la laboriosa tarea de encaminar adecuadamente a un niño. En esta transmisión, el pequeño aprende de la experiencia del mayor y la perfecciona con el tiempo. Con esta suposición, la vertiente recíproca del proceso educativo se elude. Se obvia la situación (la realidad, creo yo) donde  ambos pueden instruirse el uno al otro y donde el contacto con niños obliga a los adultos a trabajar su autocontrol, el reconocimiento de sus conductas, de sus sentimientos y mucho más.

Educar a un niño requiere de  una reinvención del adulto que trata con él para poder adaptarse a la realidad infantil y no al contrario. La persona experimentada debe renovarse y buscar la forma de comprender el mundo de los más pequeños, adaptándose a sus necesidades y no tratar que sea el niño quien alcance una madurez demasiado temprana comprendiendo y actuando como un adulto.

Imagino que todos en mayor o menor medida, sabemos cómo queremos educar a un niño y qué debería aprender. Tenemos una idea clara de los valores que nos gustaría inculcar, pero muchas veces nos encontramos que no estamos transmitiéndolo de la mejor forma. Por ejemplo, deseamos que nuestros niños aprendan a pedir perdón, pero nos topamos con que a nosotros mismos no nos resulta fácil hacerlo. A veces pedimos que no nos griten "gritando a grito pelado".  Les repetimos que deben compartir sus cosas y cuando ellos tocan algo nuestro les decimos: "no toques eso, que es mío".

Estos son sólo ejemplos, si nos tomamos un segundo para pensarlo, de una incongruencia humana y adulta. Los niños nos enseñan que debemos trabajar con nosotros mismos aquello que con tanta ligereza nos atrevemos a exigirles.


El contacto con niños supone un reto tremendo para los adultos que nos chocamos de bruces con nosotros mismos y con lo que podríamos mejorar. 

Ellos crecen y nosotros también. Como decía, creo que se trata de un aprendizaje mutuo. Difícil, eso sí, porque requiere de un trabajo continuo y constante y tenemos tendencias, costumbres arraigadas y comportamientos que tal vez antes no habíamos detectado. 

Tener un niño cerca abre las puertas a un mundo nuevo o quizá olvidado donde las posibilidades de crecer y aprender son infinitas.

Tal vez si mirásemos hacia dentro de nosotros mismos antes de reclamarles, convertirnos en un mal ejemplo dejaría de asustarnos. 


29 de julio de 2014

LACTANCIA MATERNA, UN TRIUNFO PARA TODA LA VIDA. Beneficios Psicológicos de la Lactancia



"No existe ningún lugar mejor que los brazos de mamá".

Seguro que no soy la única que a pesar de mis "taitantos" disfruta de cuando en cuando de apoyar la cabeza entre los pechos de mamá y sentir que ahí nada malo puede ocurrirme. Y es que ese olor que ella desprende, sin conservantes ni aditivos, me transporta a los principios de nuestra unión única y maravillosa.

Ella me alimentó con su leche y en sus brazos, mientras me acunaba, establecimos un vínculo especial  e irrompible a pesar de los años, de las adversidades y de los mundos diferentes en que hoy día nos movemos.

Lactar, me cuenta ella, fue algo tan natural como respirar a pesar de haber nacido en un momento clave para la revolución femenina, donde muchas mujeres confundieron libertad con dejar de amamantar. Muchas se deshicieron del sujetador, de la faja, de los buenos modales y salieron a las calles biberón en alza como símbolo del fin a tantos años de machismo represivo.

Sé que aquella fue una lucha necesaria para el reconocimiento de la mujer y no puedo negar su mérito, pero en el proceso apareció una lucha contra la condición de mujer, contra la condición de ser madre, y ahora esa lucha trata de cambiar las tornas recuperando lo perdido en el camino. 

Como en lo que a crianza se refiere, en torno a la lactancia materna existen un montón de mitos, de dichos populares y, tras esto, en ocasiones reside ignorancia y, en otras, el no querer saber.


Algunas veces son los profesionales sanitarios los que no disponen de la correcta información y guían mal a madres que confían en ellos. Recrimino esta actitud, pues creo que es su responsabilidad velar por el bienestar de sus pacientes y estar actualizado en lo que a su trabajo se refiere. Otras veces una suma de desafortunadas situaciones llevan al fracaso de la lactancia materna, A veces por falta de apoyo, por cansancio, por recibir demasiadas críticas...

Razones de salud física para amamantar a un bebé hay muchas, pero, por si esto aún no resultara suficiente, hoy quiero comentar, aunque ya existan más artículos y estudios que han hablado sobre el tema, seis beneficios psicológicos que la alimentación natural puede aportar tanto a los bebés como a las mamás:

1- El bebé se siente seguro en brazos de mamá, reconoce su olor, su voz y desde allí aprende sobre el mundo exterior sin estrés, favoreciendo la futura independencia del niño.

2- El sistema sensorial del bebé, inmaduro tras el nacimiento, se desarrolla naturalmente a través del contacto piel con piel con su madre.

3- La díada madre-hijo se crea con mayor facilidad fomentando el conocimiento y la comprensión entre ambos, por lo que el reconocimiento de las señales del bebé se instauran fácilmente.

4- Favorece el correcto desarrollo cerebral y del sistema inmunológico del bebé.

5- En la madre se produce un aumento de la producción de oxitocina, conocida como "hormona del amor" que ayuda a continuar produciendo leche y a establecer el vínculo con su bebé.

6- La autoestima de la madre aumenta o mejora y ayuda a empoderarse y a actuar como ella cree a pesar de las críticas recibidas.


En esta semana de la lactancia materna, animo a todas las mamás que amamantan a sus hijos a sacar pecho con orgullo, a callar bocas mal-intencionadas y a coger las riendas de sus vidas con fuerza, pues tras su sabia decisión tienen el apoyo de la investigación en salud física y mental.



21 de julio de 2014

GRUPOS DE APOYO A LA MATERNIDAD, LUGARES DONDE CRECER




La maternidad, como he comentado algunas veces, es un momento delicado para la mujer y para su entorno familiar. La crianza de los hijos, además de ser un proyecto lleno de satisfacciones, también es un trabajo duro, difícil y cansado. Nadie nace aprendido, y es por eso que cuando se pasa de la teoría a la práctica, las madres (y los padres, por supuesto) se encuentran con tesituras que pueden preocuparles, generarles miedo e incluso dudar de sí mismas. 

El ser humano es un animal plenamente social que necesita de sus iguales para desarrollarse convenientemente. Las redes sociales de apoyo son imprescindibles, pero el cambio en nuestro modo de vida ha supuesto que muchas personas encuentren que su apoyo es deficitario.

En temas familiares este problema se hace más patente. Vivimos en una sociedad individualizada que corre mucho. Los edificios están llenos de familias, pero cada una está encerrada en su propio "mundo". El núcleo familiar, por diversas razones, ha tendido a reducirse, por lo que en muchas ocasiones una familia está compuesta de los padres y los hijos. Los abuelos, los hermanos, a veces los amigos, están lejos y en el día a día, una madre que cría a sus hijos, se encuentra sola.

Históricamente, las mujeres de diferentes generaciones han vivido cerca las unas de las otras y han asumido la crianza y la educación de los niños como un proyecto común. Mujeres experimentadas, madres, tías, abuelas, han guiado a las demás y mujeres que se han encontrado en situaciones similares al mismo tiempo, han podido apoyarse entre ellas. 

Hoy, ese círculo de sabiduría femenina, lejos de desaparecer, se ha transformado convirtiéndose en los diferentes grupos de apoyo a la maternidad que existen a lo largo de todo el país. Mujeres sabias, fuertes y empoderadas han conseguido crear comunidades, familias enteras de mujeres que luchan por vivir su maternidad de forma consciente y feliz. 

En estos grupos se respira paz y amor, ganas de ayudar, empatía y la posibilidad de expresar libremente los sentimientos. Mujeres desconocidas se convierten en madres, amigas y hermanas y todas ellas juntas se empoderan sacándole el máximo jugo a su condición de madre y mujer.

Son lugares mágicos al alcance de cualquier mamá que pueda necesitarlo y una gran proyecto que crece más y más.

No dudes en buscar alguno cerca de donde vives, la experiencia vale (muchísimo) la pena.



9 de julio de 2014

ENSEÑANDO A LOS NIÑOS A RELAJARSE. TÉCNICAS DIVERTIDAS Y EFECTIVAS PARA CONTROLAR LA RESPIRACIÓN


Conseguir relajarse es, para muchos adultos, una tarea sumamente difícil. Estamos acostumbrados a correr, a ir contra-reloj, a estar extremadamente ocupados y en ocasiones, aunque nos vendría muy bien, nos cuesta bajar el ritmo y tomarnos las cosas con calma. 

La vida frenética que llevamos nos conduce a sobrecargar  nuestro cuerpo y  nuestra mente que demasiadas veces se mantienen en estado de alerta por más tiempo del que en realidad podemos soportar. Esto se traduce en diversas patologías relacionadas con ansiedad, estrés, respuestas autoinmunes, cargas musculares y otras situaciones que reducen significativamente nuestro bienestar físico y emocional y que se están convirtiendo en un mal extendido.

Recuerdo que cuando era pequeña, a la escuela acudió una psicóloga a "enseñarnos a respirar". Desde mi inocencia no pude más que pensar que menuda barbaridad estaba diciendo aquella señora, "¡yo ya sé respirar! si no, no estaría aquí, me hubiese ahogado", dije yo. Estaba equivocada. Respiraba, por supuesto, pero no de la forma correcta.

Supongo que fue una sesión bastante más larga de lo que ahora recuerdo, pero sin duda, consiguió marcarme por el resto de mis días. La lógica era aplastante, pero nadie antes nos había hecho verlo de esa forma.

La actividad que recuerdo consistía en ponerse la mano en la barriga y respirar con la nariz profundamente. Si el aire entraba, lo lógico hubiese sido que nuestra barriga se hinchase, pero no fue así. Por el contrario, nuestra barriga se contrajo al entrar el aire y se llenó al expulsarlo. Es más, al pasar al segundo paso del ejercicio y al situar la mano sobre el pecho, pudimos notar como éste era el que hacía todo el trabajo. 

Era cierto, no sabíamos respirar. Nuestra respiración era superficial, no dejábamos que todas nuestras células se oxigenasen y estábamos impidiendo, sin darnos cuenta, que nuestro cuerpo pudiera llevar a cabo sus funciones de forma eficiente.

El primer paso para poder relajarnos es controlar nuestra respiración. Respirar profundamente requiere que seamos conscientes del acto, necesita de entrenamiento y conocer los beneficios puede ayudarnos a practicarlo regularmente.

Cuando respiramos pausadamente, profundamente, notando como cada célula recibe el oxígeno que necesita, llevando el aire hasta el estómago, estamos llevando a cabo la respiración diafragmática. Con ella aumentamos nuestra capacidad de concentración, lo que conlleva una mejoría en la memoria y un aumento de la creatividad. Además, conseguimos reducir la sensación de estrés y ansiedad y nuestra capacidad de auto-control aumenta. Al ser capaces de controlar nuestras emociones, situaciones incómodas, como cuando sentimos miedo, pueden disminuir y vivirse de forma más tranquila. También gracias a la respiración consciente nuestro cuerpo puede beneficiarse, pues el sistema inmunitario se fortalece. 

Si un simple cambio como es dedicarle tiempo a respirar bien puede mejorar nuestras vidas, ¿por qué esperar a ser mayores para aprenderlo? Dejemos que los niños se beneficien desde bien pequeños y estaremos mejorando su salud.

Por eso hoy quería contaros algunas técnicas de respiración que podemos practicar con niños. Podemos hacerlo antes de la siesta, antes de dormir, a media tarde...¡Cualquier momento es bueno!


TÉCNICAS DE RESPIRACIÓN PARA NIÑOS

1) Técnica del globo: El niñ@ se tumba en un espacio cómodo y tranquilo boca arriba. Podemos suavizar la luz, poner una música suave y asegurarnos de que la temperatura de la habitación sea buena, ni frío ni calor. Le pediremos al niño que ponga ambas manos sobre su barriguita e imaginaremos que su barriga es un globo. Tendrá que respirar muy profundamente hasta conseguir que el "globo" se hinche. Luego lo deshincharemos muy lentamente.
Repetiremos tantas veces como queramos.

2) Técnica del barco: Esta técnica se basa en la primera. En la misma posición, pero ahora con las manos extendidas a los lados de su cuerpo, explicaremos al niño que su barriga es el mar, con las olas y colocaremos un barquito de papel o de juguete, que no pese mucho sobre su barriga. Guiaremos su respiración profunda hasta que el niño consiga mover el barco simulando que navega por el mar.

3) Técnica del paseo por el prado: En esta ocasión, nos situamos de pie con el pequeño y le relatamos que vamos a pasear por un prado lleno de flores. Cualquier cosa que esté en la habitación puede convertirse en una hermosa flor repleta de olor. Iremos paseando, calmados, despacio y nos agacharemos a oler profundamente cada flor. Inspiraremos el olor y expiraremos suavemente, pero expulsando todo el aire. 

4) Técnica del oso perezoso. El oso perezoso es un animal muy lento, por supuesto, podemos elegir cualquier otro animal calmado que nos apetezca. Imaginaremos que somos ese animal y caminaremos por la habitación como él lo haría, muy muy despacito. Acompañaremos al niño en el juego y le recordaremos que también tiene que respirar con calma.

Como veis se trata de técnicas muy sencillas basadas en el juego que nos permitirá, además, disfrutar de buenos momentos con los niños y dejar volar la imaginación.

Podemos practicar estas técnicas regularmente o cuando el niño se ponga nervioso, por ejemplo después de una rabieta o mejor aún, para anticiparse a ella. 

Si las practicamos con ellos, además de divertirse, aprenderán que son capaces de controlar sus emociones y se fortalecerá vuestro vínculo.

Os animo a que las pongáis en práctica y me contéis que tal os ha ido.