24 de junio de 2014

TERRORES NOCTURNOS



Hace tiempo que quería escribir este post, pues es un tema que preocupa a muchos y son varios los padres y madres que me han remitido sus consultas al respecto, puesto que resulta un tema que crea altos niveles de angustia y ansiedad, al desconocer muchas veces qué podemos hacer.

Para comenzar, es imprescindible que distingamos entre pesadillas y terrores nocturnos y hablemos, aunque brevemente, de las fases del sueño. En este caso no hablaremos del sueño del bebé, sino de niños más mayores, pues el sueño es un proceso cíclico que se va adquiriendo con el tiempo. Y tanto las pesadillas, como los terrores nocturnos, comienzan a ocurrir a partir del primer año de edad.


FASES DEL SUEÑO

El sueño es un proceso fisiológico necesario en el que distinguimos dos fases principales, la fase REM y la No REM (en la que se distinguen cuatro sub-fases). Estas fases aparecen de forma cíclica repitiéndose a lo largo de la noche. Un ciclo puede durar entre 90 y 120 minutos y se repetirá tantas veces sea necesario. 

Vamos a ver escuetamente qué ocurre en cada una de las fases del sueño.

Fase NO-REM (o sueño lento): En ella podemos distinguir cuatro fases con características diferentes:

- Fase 1 (adormecimiento): En este momento el cuerpo se relaja, pero aún es capaz de detectar estímulos sensoriales. Se trata de la transición entre la vigilia y el sueño y se conoce como fase de sueño lento. 

- Fase 2 (sueño ligero): El cuerpo comienza a relajarse más, manteniendo menor tono muscular, disminuyendo el ritmo de la respiración y el cardíaco. La mente desconecta del entorno, siendo más difícil percibir estímulos sensoriales.

- Fase 3 y 4: (sueño delta o sueño profundo): Durante estas fase el tono muscular disminuye mucho, prácticamente no existe, aumenta la hormona de crecimiento y causa confusión en caso de despertarse, aunque es muy difícil despertar a alguien cuando se encuentra en esta fase. Se intercalan ondas cerebrales lentas con ondas muy lentas (delta). No se sueña durante esta fase. Los terrores nocturnos aparecen aquí.


Fase REM (en español MOR, fase de movimientos oculares rápidos): Es la quinta fase del sueño y comienza tras, aproximadamente, 90 minutos de estar dormido. Durante esta fase, la actividad neuronal es similar a la que se da en el estado de vigilia e incluso en ocasiones, mayor, los ojos se mueven rápidamente y el cuerpo permanece "paralizado". La frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentan, la respiración se vuelve irregular. En este momento se producen el mayor número de ensoñaciones. Si en este momento la persona despierta, es capaz de recordar qué estaba soñando. Encontraríamos aquí las pesadillas.


Diferencia entre PESADILLAS y TERRORES NOCTURNOS



Las pesadillas son sueños angustiantes que causan miedo. Ocurren durante la última fase del sueño (fase REM, que es en la que se sueña) y si la persona se despierta o la despiertan, podrá recordar qué estaba soñando y cómo eso le ha hecho sentir. Son normales en niños e incluso en adolescentes y suelen remitir en la edad adulta.
Posibles causas: tensión, miedo, estrés...

¿Qué hacer? Tras un sueño angustioso, el niño se calmará con ayuda. Una buena dosis de cariño y compañía le harán sentirse mejor. Dejarle hablar de lo que ha pasado, puede ayudar. Permanecer en la habitación hasta que el niño vuelva a dormirse, también puede ser una buena idea.
En cuanto a la prevención, es bueno considerar algunas situaciones que podrían ayudar a remitirlas. Por ejemplo, establecer rutinas. En cuanto a la alimentación, evitar comidas copiosas antes de acostarse y tomar la cena un par de horas antes de ir a la cama, evitar tareas y juegos estresantes antes de que el niño se acueste, practicar pequeñas rutinas de relajación antes de dormir (hablaremos muy pronto de cómo hacerlo), no permitir que vea películas que puedan asustarle...

Los terrores nocturnos son momentos donde el niño parece despierto, con los ojos abiertos, aunque no lo está. Puede gritar, llorar, moverse bruscamente, pero no podrá responder a las llamadas externas y, en caso de intentarlo, costaría mucho despertarle. Ocurren en las primeras fases del sueño, cercanas a la vigilia. Su duración es variable y al terminar, el niño se duerme repentinamente. Al día siguiente, el niño no recuerda nada del episodio vivido.
Posibles causas: Se desconoce por qué ocurren, pero algunos autores han postulado que se trata de fallos ocurridos en el momento de cambiar de etapa del sueño. 

¿Qué hacer? Durante un terror nocturno, no es recomendable despertar al niño, pues éste no es consciente de lo que está ocurriendo. Es importante mantener el entorno del niño seguro, eliminando todo aquello con lo que podría dañarse, pues es posible que se levante o se golpee contra la pared. Por lo demás, tan sólo queda esperar a que pase.
También podemos evitar el cansancio excesivo, pues parecen haberlo relacionado.
Las rutinas anteriormente descritas, también podrían ayudar para prevenirlos.

Si los terrores nocturnos se alargan en el tiempo: El Dr. Lask describió lo que se conoce como la Técnica de los despertares controlados. Se trata de una técnica que se basa en la observación. En primer lugar se trata de detectar en qué momento exacto el niño comienza a padecer un terror nocturno para poder anticiparse y despertarlo aproximadamente 15 minutos antes de que ocurra. Se debe mantener al niño despierto y fuera de la cama durante un rato y luego acostarlo normalmente. Este proceso debe durar siete días seguidos y en caso de que los terrores volvieran a aparecer, repetir la operación. 



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